𝗟𝗔 𝗣𝗘𝗥𝗟𝗔 𝗣𝗥𝗘𝗖𝗜𝗢𝗦𝗔
“𝘲𝘶𝘦, 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘩𝘢𝘭𝘭𝘢𝘥𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝑝𝘦𝘳𝘭𝘢 𝑝𝘳𝘦𝘤𝘪𝘰𝘴𝘢, 𝘧𝘶𝘦 𝘺 𝘷𝘦𝘯𝘥𝘪𝘰́ 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘦𝘯𝘪́𝘢, 𝘺 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘮𝑝𝘳𝘰́”. (Mateo 13:46)
Pasajes complementarios: Mateo 13:45-46; Isaías 51:1-2
Una de las cosas que Dios nos encargó cuando nos hizo y nos puso como administradores de toda la creación fue que fructificáramos, lo que implica que emprendamos y pongamos en marcha proyectos que nos permitan llegar a ese fin; y para ello, es necesario que pensemos en el punto de partida de nuestros proyectos, pues de las decisiones que tomemos desde el punto cero, van a depender la ejecución y viabilidad de todo lo que hayamos planificado.
La Palabra de Dios nos ilustra al respecto en el evangelio de Mateo, donde encontramos la parábola de la perla preciosa, en la que el Señor nos muestra un ejemplo de lo que es el Reino de los Cielos. En esta ocasión lo compara con una perla preciosa que es hallada por un mercader, quien decide venderlo todo para poder adquirirla. Podemos deducir que esta no era una perla cualquiera, sino “la perla”, y cuando el mercader la ve se da cuenta de que ya no necesita buscar más, y sabe que puede invertir todo lo que tiene en ella.
Es posible que muchos de nosotros estemos en busca buenas perlas, es decir, que podemos estar tratando de hallar el tipo de emprendimiento más conveniente, o si ya sabemos lo que queremos hacer, podemos estar buscando las mejores condiciones que nos permitan llevar a cabo lo que hemos planeado. Entonces, lo primero que necesitamos es identificar nuestra perla preciosa, que será aquella en la que finamente nos vamos a concentrar y a enfocar. Puede que sea un producto, un bien, o un servicio; pero con la guía del Espíritu Santo necesitamos definirlo, porque será ese punto sobre el que pondremos toda nuestra atención.
En general, Dios siempre nos invita a que todas las cosas importantes de nuestra vida sean una sola, por ello nos habla de un solo Señor y Dios, un solo hombre o mujer, una sola familia; y por eso necesitamos estar seguros de que hemos dado en el punto exacto, porque es algo por lo que lo daremos todo. Tal vez la pesquisa no sea fácil, pero de esta semilla depende que efectivamente la fructificación se dé, y por lo tanto vale la pena buscar con mucho cuidado. Si estamos seguros de que esa es nuestra perla preciosa, sabremos que vale la pena entregar por ella todo lo que sea necesario para poder sacar adelante nuestro proyecto.
OREMOS
“Amado Padre de los cielos, aquí estoy para presentarme delante de ti. Lléname de sabiduría y de todo conocimiento y ciencia. Muéstrame cuál es aquella perla preciosa por la que vale la pena darlo todo. Yo quiero experimentar lo mismo que aquel mercader que al ver esa perla se dio cuenta de que valía la pena invertir todo en ella. Por favor, mi Señor, imparte tu conocimiento y tu bendición sobre mi vida, y no permitas que me equivoque; llévame a esa perla preciosa y déjame tener esa certeza en mi corazón porque quiero emprender, no para fracasar, sino para glorificarte con cada logro que me des. Confío en tu dirección, porque anhelo hacerlo todo conforme a tu voluntad”.
